viernes, 11 de abril de 2014

LOS PODERES DE LILITH

Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso. (Isaías: 34:14)
Una mujer deseable (y deseada por muchos hombres) que ha tenido muchas parejas y las ha desechado sin mayor pena, a medida que la defraudan, solo puede ser temida por aquellos a quienes sedujo y dañó. Suelen representarla sola, no tanto porque los hombres la desprecien, sino porque ella demuestra repetidamente que no los necesita. ¿Por qué habría de resignarse al rol de víctima que aceptan otras mujeres, cuando sus artes malignas le permiten controlar a todos aquellos que se le acercan? Ella es capaz de someter a cualquier mortal o demonio. Lo demostró en el comienzo de los tiempos, cuando era la pareja de Adán, y la experiencia de esos encuentros que la convirtieron en fértil madre de una infinidad de seres infernales, le otorga poderes desusados, que obligan a retroceder a más de uno que se atreve a desafiarla, y la convierte en un imán irresistible para el resto de los humanos.
Los pintores de la era victoriana utilizaron la figura de Lilith para representar a mujeres atractivas y sin restricciones morales, que cualquier hombre desearía acariciar. Las alas que el mito le atribuía, han desaparecido en las representaciones del siglo XIX y solo quedan disponibles para el disfrute del observador, siluetas de mujeres pelirrojas, desnudas o vestidas con abandono, tan voluptuosas como temibles. No son las compañeras aburridas pero dignas de confianza, que administran el hogar el hogar y los hombres desean encontrar en sus hogares, cuando vuelven cansados, sino las imágenes inalcanzables de placeres que solo se dan en la imaginación. John Colliers pinta a Lilith envuelta en una serpiente, prometiendo un doble disfrute: aquel que se entregue a esa hembra, conocerá las delicias del sexo descontrolado y aceptará el contacto con el mal que los cultos monoteístas prohiben expresamente a sus seguidores. Ella es la promesa de una gran infracción placentera. Su disfrute acarrea sin embargo la condena eterna. ¿La serpiente aprisiona a Lilith o es ella quien le permite al demonio, al enroscarse en su cuerpo, alcanzar una altura y una seducción que de otro modo le estarían negadas? Las mujeres fatales no pasan inadvertidas para la sociedad, mientras las virtuosas, que cumplen con la misión que les ha sido atribuida, dejan un aura poco conflictiva que no tarda en desvanecerse. Las malvadas pueden hacer daño a los hombres que en mala hora permitieron que se les acerquen, y acepten la humillación de ponerse al servicio de ellas, en lugar de dominarlas, como exige la tradición machista.
Al mismo tiempo que Jehová creó a Adán, creó una mujer, Lilith, modelada a partir de la tierra. Ella le fue dada a Adán como esposa. Pero hubo una discusión entre ellos acerca de una materia que de acuerdo a los jueces debería ser discutida a puertas cerradas. Ella pronunció el inefable nombre de Jehová y desapareció. (Moisés de León: Sefer ha-Zohar)
Lilith, conocida como la Mujer Escarlata, sea por el color de su cabellera o por la sangre que se vertía durante el culto que le estaba dedicado, era una rebelde. Según el Talmud, después de haber concluido voluntariamente su relación con Adán, a quien se negó a obedecer, Lilith se instaló en la orilla del Mar Rojo y rechazó la oferta de regresar al jardín del Edén que le hacían los ángeles, mientras continuaba pariendo miles de hijos, durante ciento treinta años, a partir del semen de Adán que continuaba impregnándola. En otras versiones de la misma historia, es el Demonio quien le otorga esa formidable fecundidad. Los miles de hijos paridos por Lilith (criaturas peludas conocidas como lilims) eran destruidos uno tras otro, por decisión de Dios, a medida que llegaban al mundo. Cien de ellos morían diariamente. En lugar de ser recordada como una madre desconsolada y conmovedora, como sucede con la figura de Niobe, Lilith aparece como una amenaza mortal para los hijos ajenos. Lilith aparece en cultos sumerios de varios siglos antes de la escritura de los textos bíblicos. Los Lilitu, semidioses hermafroditas, habrían surgido del Gran Caos del Abismo acuático. A diferencia de su madre, serían criaturas benévolas con los seres humanos y estarían relacionados con el viento de la noche. Lilith sería el lado femenino de uno de esos semidioses y habría estado encargada de guiar a los humanos en el tránsito hacia la sabiduría y la inmortalidad. Sus ritos, conducidos por sacerdotisas, debían ser de carácter sexual, porque prometían la eterna juventud (una búsqueda que no ha concluido nunca) a los hombres que se sometían a ellos.
El otro aspecto de los Lilitu era más repulsivo. Se los consideraba responsables de enfermedades varias y sobre todo, de la muerte de niños, a quienes chupaban la sangre, cuando acababan de nacer o cuando estaban en el vientre materno. Para eludir el maleficio de los Lilitu, se protegía a los bebés con amuletos portadores de los nombres de tres ángeles: Snivi, Snsvi y Smnglof). Yahvéh formó entonces a Lilith, la primera mujer, del mismo modo que había formado a Adán, aunque en lugar de polvo puro utilizó excrementos y sedimentos. De la unión de Adán con este demonio-hembra y con otra parecida llamada Naamá, hermana de Túbal Caín, nacieron Asmodeo e innumerables demonios (…). Muchas generaciones más tarde, Lilith y Naamá se presentaron ante el tribunal de Salomón, disfrazadas como rameras de Jerusalén. (Yalqut Reubeni) Tal como sucedía con la temible Pandora de la mitología griega, la Lilith judía era la figura femenina que desafiaba las prohibiciones elaboradas por los hombres y acarreaba todo tipo de perjuicios a quienes se atrevieran a imitar su independencia. Lilith rondaba (y tentaba) por las noches a los hombres que dormían solos, una situación poco recomendada en una comunidad que luchaba por crecer y reproducirse en medio de guerras y pestes que la diezmaban. Para los hombres, era mejor casarse y engendrar hijos con una mujer de la comunidad, que ser visitado por un demonio femenino capaz de reproducir su desafío a Dios. En el texto del Zohar judío, se la denomina Hayo Bischat, la Bestia, una figura de la cual no descenderían los seres humanos, sino las criaturas que se consideran su escarnio, como se suponía de los simios (en evidente oposición a las teorías de Darwin).
Demonio maligno que el hombre ha creado sobre una cama en una noche de sueño. (R. Thompson y R. Campbell: Diablos y Espíritus Malignos de Babilonia)
Durante la Edad Media, se atribuía al Demonio la habilidad de asumir también una seductora apariencia femenina, gracias a lo cual consigue robar el semen de los hombres solteros, con el objeto de procrear seres infernales.
Lilith reaparece en el siglo XIX como heroína de novelas y poemas que desafían el orden establecido, como personaje excitante de pinturas eróticas. Durante el siglo XX, pasa a convertirse en representante de la rebeldía contra el machismo que impulsaron las feministas. Poco queda de la imagen repulsiva que se le atribuyó durante siglos. Ahora ella promete la revancha a sus congéneres. Alguien tan apegado a la ortodoxia cristiana como el novelista C.S. Lewis, atribuye a la cruel reina Jadis de Las Crónicas de Narnia, la condición de descendiente de Lilith, razón por lo que sería irremediablemente perversa, de los pies a la cabeza. Primo Levi reactualiza la tradición judía en pleno siglo XX
A ella le gusta mucho el semen del hombre, anda siempre al acecho de ver dónde ha podido caer (…). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo. (Primo Levi: Lilit y otros relatos)
Las figuras de mujeres guerreras que pueblan los comics para adultos (Mistica en X-Men) y los video-juegos, no intentan esconder su filiación demoníaca. Llegan a la existencia para que los hombres las disfruten (visualmente) y para que las mujeres fantaseen con la posibilidad de imitarlas. Las caracterizan poderes inauditos, no solo sexuales, sino recursos tecnológicos y una carencia de principios que resultan fatales para los hombres que caen bajo su influjo. Lilith brinda a sus admiradores la oportunidad de retomar la temática bíblica desde un ángulo inhabitual, en el borde mismo de la parodia, para oponerse a la visión establecida.

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