Poliandria en Tibet |
Diez y a veces doce [celtas]
tienen esposas comunes a todos ellos; sobre todo, los hermanos. Si hubiera
descendencia de esas esposas, se los considera hijos de aquel con quien ella se
casó siendo virgen. (Julio César: Guerra de las Galias)
Entre los romanos existían alternativas legales como el
repudio y el divorcio de mutuo acuerdo, para las parejas que no disfrutaban la
vida en común. Los cristianos que los sucedieron, eran todavía más estrictos.
Para ellos, el matrimonio había sido instituido por Dios y no podía ser
disuelto. Hay visiones atroces de las consecuencias del adulterio y la
promiscuidad, como describen las cartas de san Pablo, cuando anuncia el
inminente fin del mundo que sobrevendría tras el regreso del Hijo de Dios (promesa
que se posterga desde hace ya veinte siglos).
En ese momento los muertos saldrán de sus tumbas, como en la
escena de espeluznante de un filme gore,
para ser juzgados por los actos de su vida. Los adúlteros se descubrirán
ligados corporalmente a sus parejas, y las prostitutas a la multitud de clientes
a quienes vendieron su cuerpo. Esa imposibilidad de separarse más allá de la
muerte, cuando todo lo que se pretendió fue pasar un buen rato que mejor se
olvidara, debía causar espanto a los pecadores.
Cada oveja con su pareja (antiguo
refrán español)
La posibilidad de que las mujeres, habitualmente sometidas a
las decisiones de sus maridos, que a pesar de los juramentos no les deben
fidelidad, puedan aprovechar los mismos privilegios de sus parejas, y convivir
con tantos hombres como les plazca, suele ser evaluada por la opinión dominante
como una prueba de que el mundo se ha trastornado y se dirige hacia la ruina,
como la demostración de una falta de principios inaceptable.
Barbara Hutton y primer esposo |
Durante el siglo XX, Barbara Hutton, heredera de una familia
norteamericana enriquecida por el comercio, durante la adolescencia fue
considerada la mujer más rica del planeta. Eso le abría las posibilidades de casarse
con quien quisiera; a pesar de lo cual no pudo evitar que sus parejas la
defraudaran, en ocasiones robándola, otras golpeándola. Ocho veces se casó y
mantuvo relaciones con muchos hombres que solo llegaban a distraerla por un
rato, antes de que el aburrimiento volviera a imponerse.
Solo me he acostado hombres con
los que me he casado. ¿Cuántas mujeres pueden decir eso? (Elizabeth Taylor)
La actriz Elizabeth Taylor, que alcanzó la fama cuando era
una niña, también se casó (y divorció) en más de una oportunidad. Dos veces lo
hizo en la madurez con el mismo hombre (el actor Richard Burton). Una vez
enviudó (de Michael Todd, por quien se convirtió del cristianismo al judaísmo).
Lo hizo con hombres de su edad y ambiente, con otros mayores o bastante
menores, que nada tenían que ver con el mundo del espectáculo. Si algo la exime
de ser condenada por la moral dominante en su época, es que nunca tuvo más de
un marido al mismo tiempo. Fue monógama, solo que nunca por mucho tiempo con el
mismo hombre.
Elizabeth Taylor y sucesivos esposos |
En el pasado, lo más probable era que hubiera un hombre para
cada mujer. No se trataba de una garantía constitucional o un mandato
religioso. La naturaleza misma se encarga de aproximar el número de nacimientos
de un género y otro. A pesar de lo anterior, en las guerras muchos hombres
mueren demasiado jóvenes, por lo que muchas mujeres se quedarían sin la pareja
que necesitan, mientras que paralelamente, en lugares poco habitados, como el
continente americano después de la llegada de los conquistadores europeos,
sucedía lo contrario: en ciertas regiones faltaban mujeres. Cada una de las
residentes disponía de demasiados hombres, para que pudiera formar pareja con
un solo.
Supongamos mujeres que disfrutan la inesperada posibilidad
de elegir pareja, mujeres que a veces no dependen de ningún hombre para
subsistir, porque disponen de propiedades e industrias que han heredado o adquirido
con sus propios recursos.
Ellas podrán cambiar de pareja si lo desean, que llegado
cierto punto de desgaste de una relación, por lo tanto deciden si vale la pena
(o no) realizar algún esfuerzo para salvarla. ¿Qué opciones se les presentan en
la actualidad?
Primera opción: resignarse a la mala decisión en la que
incurrieron al escoger pareja. El matrimonio es una institución, para muchos creyentes
se trata inclusive de un sacramento, y una vez dado el paso, no hay retroceso
(de acuerdo a la óptica del catolicismo, al menos).
Otra opción: incorporar un nuevo miembro a la pareja,
alguien que supla las deficiencias detectadas en la pareja (es la opción
poliándrica, no tolerada habitualmente por las instituciones civiles o
religiosas).
Una tercera opción: divorciarse de una pareja legal, aunque
hubiera que pagar cara la libertad, para entablar de inmediato una nueva
relación monogámica, en la confianza de que la próxima resulte más
satisfactoria que la anterior (esta es una opción desaconsejada por algunos
cultos religiosos, pero aceptada por las leyes de casi todos los Estados y la
opinión pública).
Barbara Hutton y Cary Grant |
Cuando Barbara Hutton o Elizabeth Taylor acumulaban sucesivos
matrimonios por amor, seguidos por rápidos divorcios atribuibles al
desvanecimiento de la pasión, lo hacían exponiéndose a ser evaluadas moralmente
por millones de lectores de la prensa y espectadores de cine que no las conocían
personalmente, que por lo tanto ignoraban la mayor parte de sus circunstancias,
pero de todos modos tenían acceso privilegiado a detalles de sus vidas que en
otra época hubieran permanecido ignorados. Ellas no eran mujeres de un solo
hombre, pero tampoco se trataba de poliandras declaradas. Técnicamente,
continuaban siendo monógamas. Sus detractores y admiradores no les perdonarían
la promiscuidad evidente.
La poliandria o convivencia legal de una mujer con varios
hombres, es una situación bastante rara, a diferencia de lo que pasa con la
poligamia o convivencia legal de un hombre con varias mujeres. Se da en ciertas
comunidades aisladas, como los mosso del este de Tibet, los inuits o esquimales
de Canadá o las tribus hunza del norte de Pakistán, en las que existe desde
hace generaciones un pronunciado desequilibro entre muchos hombres y pocas
mujeres. No es una crisis atribuible a la Naturaleza, que estadísticamente se encarga de
emparejar a los géneros, sino la evidencia de una práctica humana reveladora
del distinto valor que se atribuye a los hombres y las mujeres.
En China se consideraba que los hombres resultaban de mayor
utilidad económica para la familia, mientras que las mujeres representarían una
carga, puesto que al casarse quedaban fuera del grupo que tanto había invertido
en ellas. Por eso, no dudaban en matar a las niñas al nacer, o antes de nacer,
como se ha denunciado que ocurre hoy gracias al empleo de las ecografías que
permiten averiguar el sexo del feto durante el embarazo.
Draupadi y hermanos Pandavas |
El desequilibrio entre hombres y mujeres se ha resuelto en la India, permitiendo que los
cinco hermanos Pandavas, dando cumplimiento al consejo de Kunti, su madre, que
les ha pedido no separarse bajo ninguna circunstancia, compartan una única
esposa, unos cinco siglos antes de nuestra era. Si bien es Arjuna, el arquero,
quien la introduce en la casa del grupo, tras haberla ganado en un concurso
organizado por el padre de la joven, es Yudhishtira, el mayor de los hermanos,
quien ejerce primero sus derechos de esposo.
Como consecuencia de esta relación múltiple, la mujer pare
cinco hijos en años sucesivos, uno por cada padre. Posteriormente, los Pandavas
toman otras esposas, pero Draupadi continúa siendo la favorita de todos. En
cierta ocasión Arjuna regresa inesperadamente al hogar, en busca de una lanza
que olvidó, y sorprende la intimidad de uno de sus hermanos con Draupadi,
situación por la que se lo castiga.
Draupadi no es bien considerada por sus contemporáneos, al
punto que Dushasana se atreve a despojarla de sus ropas en público. No
obstante, el dios Krishna intervienes para protegerla, suministrándole un sari
interminable. En el libro sagrado del Mahabharata, se la presenta como el
modelo de las esposas, totalmente consagrada al servicio de sus cinco esposos y
ejemplo insuperable de castidad
Entre los esquimales, cuando una esposa se quedaba esperando
el regreso del marido, que había salido de caza, los hermanos menos del hombre
podían acostarse con ella. La poliandria no se da nunca en sociedades
matrilineales, donde la descendencia se define por el lado de la madre, no por
el lado del padre.
El objetivo de la poliandria no es otorgar a las mujeres
mayores libertades que las concedidas tradicionalmente a los hombres, sino
evitar que las tierras de una familia se subdividan con cada nueva generación,
hasta que resulten insuficientes para alimentar a sus propietarios. Gracias a la
poliandria, todos los hijos que tiene una mujer con varios esposos, son
considerados hermanos entre ellos y continúan explotando la misma propiedad.
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