martes, 20 de octubre de 2015

TENTADORAS MUJERES PROHIBIDAS


Lippi: Lucrezia Butti (fragmento)
A comienzos del siglo XVI, Fra Filippo de Tomasso Lippi quedó huérfano cuando era un niño. Sus parientes lo entregaron a los monjes del Carmen en Florencia, a los ocho años. Fue la mejor decisión, pudo creerse, cuando profesó los votos religiosos a los quince años y se convirtió en uno de los discípulos de Masaccio, el pintor más famoso de la época. Lippi crecía en un ambiente protegido y hallaba la manera más adecuada de desarrollar su talento creativo.
No obstante, no debía sentirse demasiado satisfecho con el celibato que se veía obligado a seguir en el interior de un claustro, una existencia que no había elegido y sin embargo le prometía un desempeño profesional sin mayores apremios. La Iglesia era el principal cliente de los artistas de la época. Su trabajo como pintor de imágenes sagradas era reconocido. Ignoramos si tuvo aventuras amorosas que pasaron desapercibidas durante años, pero de haber desafiado las normas del monasterio, no habría sucedido lo que pasó cuando llegó a la madurez.
Lucrezia Butti y Lippi (grabado siglo XIX)
Lippi decidió utilizar como modelo de una de sus pinturas religiosas a una monja, Lucrezia Buti, treinta años más joven que él. El interés que le había despertado ella no era solo profesional, porque la secuestró del convento donde estaba recluida durante una procesión y a continuación la convirtió en su amante, a pesar de que él había cumplido ya cincuenta años, para escándalo de una comunidad que podía ser poco virtuosa en privado, pero se preocupaba de guardar las apariencias en público.
El Papa Pío II admiraba al artista y dispensó a ambos de sus votos religiosos, con lo cual permitía la celebración del matrimonio (una autorización que por algún motivo el pintor desaprovechó). Filippo y Lucrezia tuvieron un hijo, Filipino Lippi, que al crecer junto al padre fue reconocido como talentoso pintor, y luego una hija, Alessandra.
De acuerdo a Giorgio Vasari, que narró las anécdotas escandalosas de los grandes artistas (y a veces no dudaba en redondearlas con inexactitudes o aceptar en este caso las comidillas de lo que había sucedido casi un siglo antes) los parientes de Lucrecia, a pesar de haber conseguido que la joven se separara del artista y regresara al convento, envenenaron al pintor, para vengar la ofensa que habían sufrido como familia.

Ellos no se quisieron unir en matrimonio, por amar demasiado la libertad. (Matteo Bandello: Cuentos)

Matteo Bandello contó la historia de la pareja a mediados del siglo XVI. El poeta Robert Browning lo hizo en un poema del siglo XIX. En el siglo XX, la historia fue retomada por Gabrielle D´Annunzio. Ha llegado a convertirse en paradigma de los enamorados que desafían a poderes superiores a su pasión.
Augusta Leigh y Lord Byron
Los castigos que se prometen a los que se atrevan a desafiar el criterio dominante en una determinada sociedad sobre la elección de pareja, hace retroceder a quienes experimentan la tentación. Una elección como esa, que podría considerarse restringida a la privacidad, tiene consecuencias duraderas sobre todas las actividades de un ser humano. Lord Byron era un poeta reconocido, a comienzos del siglo XIX, en Inglaterra. Sus efímeras relaciones heterosexuales (y algunas homosexuales) habían sido aceptadas como evidencias de su extravagancia. La relación con Augusta Leigh, su hermanastra, en cambio, superó la buena voluntad de sus contemporáneos. El rumor atribuyó a Lord Byron la paternidad de una hija de Augusta y precipitó su destierro, para evitar que fuera juzgado por incesto.

Todas las cosas que amo me traen un recuerdo… Tú. (Lord Byron: carta a Augusta Leigh)

Las restricciones sociales más severas en la sociedad tradicional, afectaban a relaciones de pareja que pudieran tener algún futuro. Si una relación era fugaz, como la planteada en la prostitución o lo pederastia, daba lo mismo con quien se involucrara alguien. Casarse y tener hijos imponía otros criterios, más restrictivos.
La represión del Estado a las parejas compuestas por personas de distintas etnias, se manifestó en la Alemania nazi, con el objeto de evitar las relaciones entre aquellos a quienes se denominaba arios, definidos como cristianos rubios, de ojos claros, descendientes de un mítico pueblo indoeuropeo, y los judíos, a quienes se veía como un pueblo sin patria, corruptores de la raza perfecta.

El judío es el fermento de descomposición de los pueblos. A diferencia del ario. el judío es incapaz de fundar un Estado e incapaz asimismo de crear nada. Solo es capaz de quitar, de robar o de destruir, imbuido por el espíritu de la envidia. (Aldolf Hitler)

La arbitrariedad de una descripción como esa, tenía como objeto justificar la supresión de garantías civiles, el despojo de bienes, el desplazamiento forzado hacia sectores del territorio designados por el Estado, y posteriormente el exterminio de millones de seres humanos, que hasta entonces, durante siglos, habían convivido con el resto de los alemanes. La existencia de matrimonios mixtos, en cambio, diluía las fronteras, estimulaba la tolerancia y sobre todo favorecía la reproducción de aquellos que el discurso oficial presentaba como adversarios. Prohibir los matrimonios, anularlos cuando ya se hubieran establecido y eliminar a los hijos nacidos de esa relación, se convirtieron en medidas urgentes para el nazismo.
Miscegenetion (mestizaje) es el término inglés que indica el asco de la sociedad tradicional norteamericana ante una posible contaminación racial entre blancos y negros, blancos e indios o blancos y orientales. Había sido normal que los propietarios blancos utilizaran a sus esclavas para disfrutar el sexo con ellas, disponiendo de la ventaja adicional de engendrar hijos esclavos que incrementaban su capital. Cuando la misma situación se daba con mujeres negras libres, no podía ser tolerada por los sectores más conservadores, porque ellas o sus hijos podían reclamar el acceso a un capital que su color de piel les vedaba.
Jeter y Loving
Se comenzó a hablar de miscenetion durante la Guerra Civil norteamericana del siglo XIX. Varias leyes prohibieron durante un siglo, en distintos Estados, la legalización de las parejas interraciales. A mediados de los años ´60 del siglo XX, la pareja formada por Mildred Jeter y Richard Loving (ella negra, él blanco) fue condenada a un año de cárcel en el Estado de Virginia, por el delito de haberse casado. La ejecución de la sentencia quedó en suspenso, con la condición de que abandonaran Virginia por veinticinco años. Lo que importaba era que el mal ejemplo no cundiera.

Mi marido es blanco y yo negra. Nos casamos hace cinco años en Washington, porque sabíamos que en nuestro condado del Estado de Virginia había ley que prohibía los matrimonios interraciales. Al regresar a casa, recién casados, fuimos encarcelados, juzgados y abandonar el Estado. (…) Sabemos que no podemos vivir allí, pero nos gustaría volver juntos por última vez, para despedirnos de nuestras familias y amigos. (Mildred Jeter: carta a Robert Kennedy)

En Sudáfrica, desde 1945 a 1985, las leyes del apartheid condenaban a la cárcel a quienes incurrieran en ese desafío. Las personas que no estén satisfechos con esas normas, deberán resignarse a cierta dosis (grande o pequeña) de infelicidad. Será el precio que pagan para que no se los margine o someta a castigos.
Algunos encuentran la manera de infringir las reglas en privado, sobre todo en el anonimato de las grandes ciudades, un ámbito en el que las parejas se mueven con mayor libertad y pueden eludir el control y las sanciones de la comunidad. Probablemente por eso en la cultura urbana proliferan situaciones como el adulterio y la prostitución o se establecen parejas que sirven como pantallas de otros estilos de vida, que no son precisamente los tolerados por la mayoría más conservadora.
Junto a lo anterior, hay también parejas (tal vez las menos) que proclaman su abierto desafío a las convenciones que venera la sociedad. Por distintos motivos, que van desde el haber sido descubiertos hasta la voluntad de exhibirse como modelos de vida alternativos, esas parejas enfrentan a la opinión mayoritaria y proclaman la voluntad de continuar una relación que la mayoría reprueba.

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