jueves, 22 de septiembre de 2016

TEMIDO AMANECER DE MUJERES MANIPULADORAS


Sacher-Masoch y Wanda
La posibilidad de encontrar una mujer dominante es una fantasía tan atractiva como alarmante para los hombres de los tiempos modernos. Desde hace casi un siglo las mujeres se cortan los cabellos muy cortos, fuman en público, visten pantalones, usan lenguaje grosero, asumen cargos directivos, en una constante demostración de que no son menos que un hombre. ¿Cómo no sentirse fascinado ante la posibilidad de una (pasajera y novedosa)  inversión de los roles habituales, sobre todo cuando un hombre se siente seguro de que nada puede cambiar en las relaciones de poder entabladas tradicionalmente por los géneros?
En tal caso, la breve transformación de la mujer que había estado sometida y aparentaba disfrutarlo, en mujer dominante, agrega pimienta, variedad, a una rutina que se ha vuelto demasiado previsible, y por lo tanto poco placentera.

Una mujer que no hace del hombre su súbdito, su esclavo, ¿qué digo? su juguete, y no le traiciona riendo, es una loca. (Leopold von Sacher-Masoch)

Ángel Zúñiga Argüelles: La mujer y el pelele
Cuesta reconocer en esta imagen amenazante, perversa, a la mujer idealizada , inerme, condenada al sacrificio, que la literatura de Oriente y Occidente había reciclado durante siglos, probablemente con el objeto de que la realidad terminara por ajustarse a su visión machista del mundo.
Un clásico de la ficción erótica francesa, La mujer y el pelele, la novela de Pierre Louys publicada en 1898, que ha sido adaptada varias veces al cine, cuenta la historia de una mujer joven y desalmada, que somete a un incauto hombre maduro… al no concederle nunca el sexo que está ofreciéndole. No lo hace para preservar su virtud, sino para someter al galán. Lejos de aburrirse de tantos intentos fallidos de asaltar el cuerpo de una mujer, cuando podría utilizar a otra, el hombre queda encadenado a ella, intentando repetidamente una posesión que habrá de frustrarse de un modo u otro.

Después de lo que había ocurrido, solo podía optar por tres soluciones: abandonarla, forzarla o matarla. Me decidí por la cuarta, que era sufrirla. (Pierre Louys: La mujer y el pelele)

De acuerdo a la tradición machista, la mujer cuenta con un arma infalible para controlar al hombre en fuerza física y privilegios sociales: el sexo con el que vino al mundo. Precisamente eso que la vuelve tan débil cuando no ha aprendido aún a defenderse, puede ser empleado para someter a su tradicional adversario, que lo necesita con  urgencia para satisfacer sus fantasías de conquistador.

Déjese usted llevar por los impulsos de su naturaleza, pero nunca a medias. Si no puede usted ser una mujer buena y honrada, sea usted un demonio. (Leopold von Sacher-Masoch)

Der Blaue Engel
Lola Lola, cantante de cabaret del filme Der Blaue Engel, seduce en 1931 a los adolescentes de un colegio secundario alemán y al maduro profesor que los maltrata y no logra controlar a los estudiantes excitados por la mujer. Ella es vulgar, exhibe sus muslos en poses provocativas, desde el escenario mira con descaro a sus admiradores. Por eso no tarda en atrapar al docente, consigue que se case con ella, que abandone la seguridad de su cátedra y se convierta en otro miembro del grupo de artistas de variedades que va de ciudad en ciudad, con su espectáculo. Ella lo arruina, lo engaña, lo humilla en público y finalmente no mueve un dedo para evitar que muera. ¿Qué pasa por su interior mientras tanto? Resulta imposible averiguarlo. Es un ser proveniente de otro mundo, indescifrable y por lo tanto mortal.
Felicien Rops: Tentación de San Antonio
Josef von Sternberg, el director del filme, confesó haberse inspirado en las pinturas de Felicien Rops, un artista francés de fines del siglo XIX, que elaboró figuras de hembras ambiguas y temibles, como Salomé, Ariadna, o prostitutas anónimas. En La tentación de San Antonio, una aparición femenina infernal (por lo voluptuosa) reemplaza al Cristo crucificado bajo el cual reza el hombre virtuoso. La relación entre los sexos ha perdido la impunidad que gozaba tradicionalmente. La mujer que el hombre hubiera utilizado para su exclusivo disfrute, se revela de pronto como un trampa destinada a perderlo. Si se acerca, lo atrapará, y nada parece menos evitable que intentar tocarla, poseerla, porque se ofrece desnuda, incitante.
Lulu, protagonista de dos piezas teatrales de Franz Wedekind, puede resultar mortal, tanto para los hombres como para las mujeres que atrae. Es de acuerdo a las evidencias una mujer libre, pero también irresponsable, una fuerza de la naturaleza que nadie puede controlar. Ella deteriora todo lo que toca, demostrando la justicia de las advertencias antifeministas más antiguas. Su modernidad le permite ampliar el rango de su poder destructivo. Inevitablemente, debe caer víctima de su propia estupidez, porque después de todo, una criatura tan lamentable debe ser castigada, para que el ejemplo de rebeldía no cunda.
Marlene Dietrich
¿Cuál era el punto de vista de la mujer que permitía a von Sternberg darle forma visual a sus fantasías? Marlene Dietrich escribía poemas, que guardaba para ella, relativos a hombres con los que alternó dentro y fuera de la producción audiovisual.

Al perderte / Me siento como un pescador se siente / Al perder la captura que él creía / Tener segura / En el anzuelo / Mientras perfora / Las branquias de su presa. (Marlene Dietrich: A Ernest Hemingway)

Las mujeres no sometidas del pasado, tenían que parecer temibles, porque de otro modo no se les hubiera reconocido tan fácilmente la posibilidad de competir (o colaborar) de igual a igual con los hombres, tanto en la política como en la vida profesional. Eso dejaba abiertas pocas alternativas a las mujeres: debían mostrarse como víctimas dispuestas al sacrificio, o en el caso opuesto como traidoras, desafiantes de los códigos morales, crueles ejecutoras de venganzas o trepadoras solapadas. Quizás no fueran imágenes demasiado amables ni variadas, pero al menos dejaban entrever la existencia de una mentalidad masculina a la defensiva.
Wonder Woman
Wonder Woman, un comic que comenzó a publicarse en 1941, apenas entrados los EEUU en la Segunda Guerra Mundial, se diferencia de decenas de otros comics de la época, protagonizados por hombres jóvenes y musculosos, vestidos con ropas ajustadas. Ellos luchaban habitualmente contra adversarios masculinos no menos atractivos. En oposición, Diana Prince, la Wonder Woman es una mujer atlética, princesa de la raza de las amazonas, dotada de poderes tan contundentes como la inmortalidad, vestida con ropas reveladoras, que se defiende con sus brazaletes y un lazo capaz de borrarla mente y obligar a decir la verdad a sus enemigos. La fantasía de los lectores adolescentes podía ser estimulada por la visión de una hembra que no aceptaría ser dominada por ningún hombre. Aunque se presentaba exteriormente como otra pin up tan poco cubierta como las conejitas de Playboy, para disfrute de los jóvenes, llegó a convertirse en un ícono feminista de las jóvenes.
El hecho de que el comic hubiera sido creado por William Moulton Marston, un académico que en 1940 analizaba el poder educativo (no siempre utilizado) del medio, indica la intención de ofrecer un modelo nuevo de comportamiento femenino, capaz de influir en la mentalidad de las nuevas generaciones.

Ni siquiera las niñas quieren ser niñas tanto tiempo como nuestro modelo femenino, que carece de fuerza y poder. No queriendo ser chicas, no quieren que se las vea sensible, sumisas. (…) Las cualidades fuertes de las mujeres se han convertido en algo despreciable, debido a su debilidad. El remedio obvio era crear un personaje femenino con toda la fuerza de Superman, además de todo el encanto de una mujer. (William Moulton Marston)

A Star is Born
Mujeres fuertes, o en todo caso, mujeres conscientes de sus poderes más allá del sexo, en la relación con sus parejas masculinas, van definiéndose a lo largo del siglo XX. En una famosa película de 1937, A star is born, un consagrado actor de Hollywood, que se encuentra en decadencia por su adicción al alcohol, encuentra a una mujer joven en la que advierte grandes condiciones para convertirla en actriz. Se casan, él la ayuda en su carrera profesional, le aporta sus contactos en la industria, mientras ella intenta (y fracasa repetidamente) mantenerlo sobrio. La mujer no tarda en lograr la consagración, mientras el hombre se convence de que no hay oportunidades de encausar su propia vida y se suicida, para no estorbar la carrera en ascenso de su pareja.
Svengali
Se trata de una historia con más de un punto de contacto con la de Svengali, en parte simétrica de la fantasía victoriana. El encuentro de una pareja heterosexual deriva en la confirmación de la desgracia para uno de sus integrantes, en este caso el hombre, a la par que resulta beneficiosa para la mujer. Ella no lo devora, como hace la mantis religiosa en la naturaleza, pero tampoco puede evitar el proceso de destrucción que ha programado para sí mismo, desde mucho antes de conocerla.
De algún modo, las mujeres dominantes ofrecen a los hombres que las aceptan, imágenes paradojales de quienes fueron sus madres. Aunque seductoras, pueden ser temibles al mismo tiempo. En lugar de protestar por la separación inicial que sufre el recién nacido, expulsado de una matriz que lo había protegido, para arrojarlo al mundo real, con todos sus riesgos que no puede prever, las fantasías adultas de muchos hombres plantean imágenes de hembras poderosas, que expulsan al hombre después de haberle drenado sus energías y gran parte de su interés por la vida.
La mujer fatal es una construcción literaria que vino a justificar la institución del machismo en la realidad. Los hombres deberían agredir o controlar física e intelectualmente a las mujeres, porque han descubierto que ellas gozan de poderes insospechados, peligrosos, que a pesar de ser mantenidos en reserva, en cualquier momento ellas utilizarán contra los hombres. Al tomar la iniciativa de discriminarlas y someterlas, solo intentarían evitar el descalabro de una proliferación de mujeres conscientes de sus atributos.

La mujer, tal y como la ha creado la naturaleza y como se relaciona en el presente con el hombre, es su enemigo, y solo puede ser su esclava o su désporta, pero nunca su compañera. Solo podrá ser esto último, cuando gocen de los mismos derechos, cuando haya igualdad en la formación y en el trabajo. (Leopold Sacher-Masoch)

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