Ingres: El baño turco |
Había
no menos de doscientas bañistas. Las señoras tomaron asiento, las esclavas las
peinaban, todas estaban en su estado natural, completamente desnudas. Sin
embargo entre ellas no había gestos indecentes, ni posturas lascivas. Caminaban
y se ponían en movimiento con una gracia majestuosa. Había muchas bien
formadas, con la piel de una blancura deslumbrante y solo estaban tocadas con
sus cabellos, separados en trenzas, que les caían sobre los hombros, adornadas
con perlas y cintas. (Mary Wortley Montagu: Cartas)
Henri de Toulouse Lautrec |
La imagen de una mujer
atraída por otra mujer, es demasiado perturbadora para la mentalidad
patriarcal. Desubica al hombre de su rol imaginario como centro de la actividad
femenina. Para los sumerios, de acuerdo al Código de Hammurabi, redactado en el
siglo XVIII antes de nuestra era, había hijas de actitudes varoniles (salzikrum) que tenían derecho a heredar
de su padre, como cualquier hombre, y podían tomar una esposa o varias.
En China, durante el siglo
III de nuestra era, las relaciones amorosas no ocasionales entre dos mujeres,
no causaban mayor escándalo. Era algo que podía suceder, y cuando ocurría se lo
tomaba en cuenta, para no cometer el error de presionarlas para rectificar su
voluntad o castigarlas por no sumarse a las tendencias heterosexuales
dominantes en la sociedad.
Cuando
dos mujeres se relacionan entre ellas como marido y mujer, se denomina esta
situación dui shi. (Ying Shao)
Miembros de Orquidea Dorada, siglo XX |
Cuando
se trataba de mujeres que seguían el modelo de comportamiento de Safo, la
sociedad europea preferían mirar para otro lado. Si durante siglos se había
dudado que las hembras tuvieran alma, y solían ser vistas como un instrumento
del Demonio para tentar a los hombres, comprobar que se entretuvieran entre
ellas, sin recurrir a artefactos que imitaran los genitales masculinos, no
pasaba de ser una estupidez, repulsiva pero incapaz de generar nuevas almas. Todo
cambiaba radicalmente, si la relación incluía artefactos. En tal caso, la
relación se convertía en una burla inaceptable contra Dios, que había creado al
Hombre a su imagen y semejanza. Por lo tanto, se las castigaba a perder un
miembro por las dos primeras faltas en las que incurrieran y a morir en la
hoguera por la tercera. En eso al menos, quedaban a la par con los sodomitas,
condenados también a achicharrarse. ¿Detenía esa amenaza los sentimientos de
las mujeres atraídas por otras mujeres?
Cuando
recuerdo los besos que me disteis / y la forma en que con tiernas palabras /
acariciasteis mis pequeños pechos / quisiera morir / porque no os puedo ver.
(Monja de un monasterio de Baviera)
Pareja Medioevo |
Las fórmulas de cortesía
intercambiadas por las mujeres, lograban expresar a veces sentimientos más
intensos de lo que aparentaban:
Así
cuando yo mía / te llamo, no pretendo / que juzguen que eres mía, / sino solo
que yo ser tuya quiero. (Sor Juana Inés de la Cruz)
La llegada de los
conquistadores europeos al continente americano, les deparó más de una
sorpresa, como la tolerada convivencia de parejas del mismo sexo, de acuerdo a
lo que dejó constancia el monje Pedro de Magalhäes de Gándavo, después de vivir
entre los tupinambás.
Algunas
indias de esta región juran y prometen castidad y así no se casan ni conocen
hombre de ninguna calidad, ni lo consentirán aunque las maten. Estas dejan
todas las actividades de mujeres e imitan a los hombres y realizan sus oficios
como si no fueran mujeres. Cada una tiene una mujer a su servicio, que le hace
de comer como si estuviesen casadas. (Pedro de Magalhäes de Gándavo).
Si algo parecido a una
pareja femenina se daba, lo habitual en el pasado era ocultarlo cuidadosamente
(los involucrados) y esperar que no causara demasiado escándalo (los testigos
más tolerantes). Siendo tan difícil hablar del tema, ¿por qué no callar,
simplemente, en la esperanza de que nadie más lo advirtiera o la pasión se
enfriara? Cuando el afecto nacía, la intimidad podía ser escasa, pero la
relación se manifestaba a través de la palabra escrita, estimulante de la
imaginación en quien la redactaba y quién la leía y estaba obligada a
esconderla.
Recuerdo
tus ojos, con una especie de brillo burlón en ellos, y la sensación de esa
esquina suave, justo al noreste de tu boca, contra mis labios. (Eleanor
Roosevelt: carta a Lorena Hickock)
Lorena Hickok - Eleanor Roosevelt |
Cuando
tú vuelvas, si es que vuelves, no te vayas en seguida. Yo quiero acabarme
contigo y quiero morirme en tus brazos. (Gabriela Mistral: carta a Doris Dana)
Gabriela Mistral y Doris Dana |
Marguerite Yourcenar |
Lejos de la mentalidad bien
pensante de los círculos más educados de Occidente, en la comunidad africana de
Lesotho, las mujeres pueden establecer relaciones durables que son aceptadas
por la sociedad. En los países islámicos, relaciones de ese tipo son condenadas
con la cárcel o la muerte en la actualidad, aunque hubo mayor tolerancia en el
pasado.
La posibilidad de que una
mujer se sienta atraída por la idea de formar una pareja estable con otra mujer,
tradicionalmente ponía en crisis la hipótesis milenaria de que el objetivo
fundamental de las parejas debía ser la procreación. Hay sin duda otras formas
de concebir la relación, sin importar cuán difícil resulte identificarlas,
porque la sociedad suele oponerse a tales decisiones y exige de aquellas que se
apartan de la norma heterosexual, un disimulo o un represión de sus impulsos, que
en la actualidad no todas están dispuestos a aceptar.
Safo |
Como las esposas no eran demasiado
apreciadas por una sociedad que las limitaba a la función de meras reproductoras
de la especie, los mayores elogios que recibían las de su género estaban
dedicados a las educadas y bien maquilladas
hetairas (prostitutas), que habían tenido la oportunidad de conocer el mundo, no
se casaban y disponían de un capital. Con ellas un hombre podía beber, discutir
y disfrutar de su habilidad en las artes amatorias.
En la cultura griega, que
valoraba el matrimonio, sin preocuparse del desarrollo intelectual y cívico de
las mujeres, los contactos entre personas de distintos sexo quedaban limitados
a la procreación, mientras que en forma paralela se facilitaba la proximidad
entre personas del mismo sexo. La guerra, el deporte y la educación, permitían
el contacto íntimo entre los hombres, al mismo tiempo que el gineceo o área del
hogar reservado a las mujeres (el harén para los musulmanes) era un espacio
raramente frecuentado por los hombres, reservado para los miembros femeninos de
la familia, que se convertía en el ámbito ideal para la intimidad entre ellas,
aunque no para su educación formal, que hubiera podido independizarlas del
mandato masculino.
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