viernes, 11 de septiembre de 2015

MUJERES DESAFIANTES



Desposorio
Cuando llegan a cierta edad, hombres y mujeres que gozan de buena salud deben casarse y reproducirse, no de cualquier modo, sino siguiendo las normas establecidas por la sociedad para situaciones como esas. Las normas suelen ser estrictas, incluso en aquellos pueblos que se supone primitivos. La posibilidad de desafiar esas restricciones no es la misma para hombres y mujeres. Ellas sufren castigos y discriminaciones, incluso cuando fueron víctimas de situaciones que no llegaron a comprender.
Las religiones monoteístas no toleran infracciones, cuando se trata de parejas que pertenecen a distintos credos. La Biblia abunda en historias de parejas que desafían las leyes de Dios y causan la ruina de la comunidad, porque se han armado involucrando a mujeres que en unos casos toman la iniciativa y en otros son víctimas de un atractivo peligroso, incontrolable.
Jezabel fue una princesa fenicia, que adoraba a otros dioses, los de su pueblo y trajo la desgracia al rey Acab, su marido israelita. Ella es recordada como ejemplo de la perversidad femenina que los hombres temerosos de Dios deben tomar en cuenta cada vez que se sientan tentados de intimar con extranjeras. Pueden ser atractivas, pero indignas de confianza. Jezabel es desde todos los puntos de vista, una figura execrable.
Sanson y Dalila estaban condenados a no entenderse, porque él era el invencible conductor de los israelitas, mientras ella provenía del pueblo filisteo, y de acuerdo a la Biblia, si lo sedujo fue con el objeto de destruirlo, cortándole los cabellos que le otorgaban fuerza descomunal, para dejarlo ciego a continuación. La lección de esta historia es fácil de percibir: las mujeres que no están permitidas por los códigos de la comunidad, son funestas.
Artemisia Gentileschi: Judith y Holofernes
Sobre la relación de Holofernes y Judith, se sabe que no podía prolongarse más allá de una noche, porque ella, una virtuosa viuda judía, que aceptó el sacrificio de quebrar su duelo y entregarse al general del ejército enemigo, con la finalidad de degollarlo cuando estuviera dormido.
La historia de David y Bethsabé desconcierta, porque el desafío a la ley de Dios es todavía más evidente, y sin embargo el castigo que debiera llegar no se produce. Cuando David es consagrado Rey de Israel, después de demostrado su apego a la Ley, de pronto pierde todo control sobre sus actos, por contemplar a Bethsabé en el patio de la casa vecina, mientras se baña. ¿Es ella tan inocente como puede pensarse? La Biblia no se preocupa de ella, más que como objeto tentador.
David decide conquistarla, a pesar de tratarse de una mujer casada, olvidando que el castigo a los adúlteros es la lapidación. Envía al marido al frente de batalla, donde la muerte lo alcanza. David se casa entonces con Bethsabé, desafiando la maldición del profeta Natán, que le advierte que el hijo que espera la mujer habrá de morir, como efectivamente ocurre. David negocia con Dios el perdón de sus faltas, mediante el ayuno y la abstinencia, para evitar que la desgracia caiga sobre Salomón, su segundo hijo. Dios atiende sus súplicas.
Lippi y Lucrezia Buti
A comienzos del siglo XVI, Fra Filippo de Tomasso Lippi quedó huérfano cuando era un niño. Sus parientes lo entregaron a los monjes del Carmen en Florencia, a los ocho años. Fue la mejor decisión, pudo creerse, cuando profesó los votos religiosos a los quince años y se convirtió en uno de los discípulos de Masaccio, el pintor más famoso de la época. Lippi crecía en un ambiente protegido y hallaba la manera de desarrollar su capacidad creativa.
No obstante, Lippi no debió sentirse demasiado feliz con la vida que se veía obligado a seguir en un claustro, una existencia que no había elegido y sin embargo hubiera podido disfrutar sin mayores apremios. La Iglesia era el principal cliente de los artistas de la época. Su trabajo era reconocido. Ignoramos si tuvo aventuras que pasaron desapercibidas durante años, pero de haber desafiado las normas del monasterio, nho habría sucedido lo que pasó cuando llegó a la madurez. Lippi utilizó como modelo de una de sus pinturas religiosas a una monja, Lucrezia Buti, treinta años más joven que él. El interés que le había despertado ella no era solo profesional, porque la secuestró del convento durante una procesión y la convirtió en su amante, cuando él había cumplido cincuenta años, para escándalo de una comunidad que podía ser poco virtuosa en privado, pero guardaba las apariencias en público.
El Papa Pío II admiraba al artista y dispensó a ambos de sus votos religiosos, con lo cual permitía la celebración del matrimonio (una autorización que el pintor desaprovechó). Filippo y Lucrezia tuvieron un hijo, Filipino Lippi, reconocido como talentoso pintor, y luego una hija, Alessandria. De acuerdo a Giorgio Vasari, que narró las anécdotas escandalosas de los grandes artistas de su época, los parientes de Lucrecia envenenaron al pintor, para vengar la ofensa que habían sufrido. La historia de la pareja fue utilizada en el siglo XIX por el poeta Robert Browning y en el siglo XX por Gabrielle D´Annunzio, ha llegado a convertirse en emblema de los enamorados que desafían a poderes superiores a su pasión.
Lord Byron y Augusta Leigh
Los castigos que se prometen a los que se atrevan a desafiar el criterio dominante en una determinada sociedad sobre la elección de pareja, hace retroceder a quienes experimentan la tentación. Una elección como esa, que podría considerarse restringida a la privacidad, tiene consecuencias duraderas sobre todas las actividades de un ser humano. Lord Byron era un poeta reconocido, a comienzos del siglo XIX, en Inglaterra. Sus efímeras relaciones heterosexuales (y algunas homosexuales) habían sido aceptadas como evidencias de su extravagancia. La relación con Augusta Leigh, su hermanastra, en cambio, superó la buena voluntad de sus contemporáneos. El rumor atribuyó a Lord Byron la paternidad de una hija de Augusta y precipitó su destierro, para evitar que fuera juzgado por incesto.

Todas las cosas que amo me traen un recuerdo… Tú. (Lord Byron: carta a Augusta Leigh)

Las restricciones sociales más severas en la sociedad tradicional, afectaban a relaciones de pareja que pudieran tener algún futuro. Si una relación era fugaz, como la planteada en la prostitución o lo pederastia, daba lo mismo con quien se involucrara alguien. Casarse y tener hijos imponía otros criterios, más restrictivos.
La represión del Estado a las parejas compuestas por personas de distintas etnias, se manifestó en la Alemania nazi, con el objeto de evitar las relaciones entre aquellos a quienes se denominaba arios, definidos como cristianos rubios, de ojos claros, descendientes de un mítico pueblo indoeuropeo, y los judíos, a quienes se veía como un pueblo sin patria, corruptores de la raza perfecta.

El judío es el fermento de descomposición de los pueblos. A diferencia del ario. el judío es incapaz de fundar un Estado e incapaz asimismo de crear nada. Solo es capaz de quitar, de robar o de destruir, imbuido por el espíritu de la envidia. (Aldolf Hitler)

La arbitrariedad de una descripción como esa, tenía como objeto justificar la supresión de garantías, el despojo de bienes y posteriormente el exterminio de millones de seres humanos, que hasta entonces, durante siglos, habían convivido con el resto de los alemanes. Los matrimonios mixtos, en cambio, diluían las fronteras, estimulaban la tolerancia y sobre todo favorecían la reproducción de aquellos que se presentaban como adversarios. Prohibir los matrimonios, anularlos cuando ya se habían establecido y eliminar a los hijos nacidos de esa situación, se convirtieron en medidas urgentes para el nazismo.
Pareja interracial
Miscegenetion (mestizaje) es el término inglés que indica el asco de la sociedad tradicional norteamericana ante una posible contaminación racial entre blancos y negros, blancos e indios o blancos y orientales. Había sido normal que los propietarios blancos utilizaran a sus esclavas para disfrutar el sexo con ellas, disponiendo de la ventaja adicional de engendrar hijos esclavos que incrementaban su capital. Cuando la misma situación se daba con mujeres negras libres, no podía ser tolerada por los sectores más conservadores, porque ellas o sus hijos podían reclamar el acceso a un capital que su color de piel les vedaba.
Se comenzó a hablar de miscenetion durante la Guerra Civil norteamericana del siglo XIX. Varias leyes prohibieron durante un siglo, en distintos Estados, la legalización de las parejas interraciales. A mediados de los años ´60 del siglo XX, la pareja formada por Mildred Jeter y Richard Loving (ella negra, él blanco) fue condenada a un año de cárcel en el Estado de Virginia, por haberse casado. La sentencia quedó en suspenso, con la condición de que abandonaran Virginia por veinticinco años. Lo que importaba era que el mal ejemplo no cundiera.

Mi marido es blanco y yo negra. Nos casamos hace cinco años en Washington, porque sabíamos que en nuestro condado del Estado de Virginia había ley que prohibía los matrimonios interraciales. Al regresar a casa, recién casados, fuimos encarcelados, juzgados y abandonar el Estado. (…) Sabemos que no podemos vivir allí, pero nos gustaría volver juntos por última vez, para despedirnos de nuestras familias y amigos. (Mildred Jeter: carta a Robert Kennedy)

En Sudáfrica, desde 1945 a 1985, las leyes del apartheid condenaban a la cárcel a quienes incurrieran en ese desafío. Las personas que no estén satisfechos con esas normas, deberán resignarse a cierta dosis (grande o pequeña) de infelicidad. Será el precio que pagan para que no se los margine o someta a castigos.
Algunos encuentran la manera de infringir las reglas en privado, sobre todo en las grandes ciudades, un ámbito en el que las parejas se mueven con mayor libertad y pueden eludir el control y las sanciones del colectivo. Por eso en la cultura urbana proliferan el adulterio, la prostitución y se establecen parejas que sirven como pantallas de otros estilos de vida, que no son precisamente los aceptados por la mayoría.
Junto a lo anterior, hay también parejas (son las menos) que proclaman su falta de respeto por las convenciones que venera la sociedad. Por distintos motivos, que van desde el haber sido descubiertos hasta la voluntad de exhibirse como modelos de vida alternativos, enfrentan a la opinión mayoritaria y proclaman la decisión personal de continuar una relación que la mayoría reprueba.