Representación de Don Juan Tenorio |
Un punto de vista como ese,
capaz de simplificar la complejidad de las relaciones de pareja, hasta
reducirlas al puro alivio de las tensiones hormonales, revela una clara
hostilidad hacia el otro género, que no se considera necesario o al que se
recurre solo en momentos de debilidad, para arrepentirse a continuación.
El clima de desconfianza o
declarada hostilidad respecto de la pareja femenina, llegó a disfrutar de
prolongada aceptación en la cultura patriarcal. No era que los hombres se
apartaran de todo trato con las mujeres, como proponían los ermitaños de los
primeros siglos del cristianismo, sino que (después de haber convivido con
ellas) manifestaban la pésima opinión que tenían. Por lo tanto, no prejuzgaban.
Su decisión tenía un fundamento innegable.
Fue un tópico bien
considerado en el ambiente intelectual, proclamar que a pesar de que los
hombres buscaran a las mujeres en ciertos momentos, las despreciaran a
continuación y las consideraran un obstáculo para el desarrollo espiritual de
los hombres.
Cuando ellos necesitaban la
compañía femenina, incurrían en una debilidad perdonable y pasajera, porque las
mujeres eran vistas como “el reposo del guerrero”, prontas para que las
abandonaran y reemplazaran por otras representantes de su género, más
atractivas e indefensas, apenas se insinuara el menor signo de aburrimiento en
la relación. Las mujeres debían ser excitantes y serviciales, o desaparecer.
¡Oh, qué plaga, qué
aburrimiento, qué tedio es tener que tratarse con ellas mayor tiempo que los
breves instantes en que son buenas para el placer! (Francisco de Quevedo)
El antifeminismo que predominó en la cultura clásica de
Oriente y Occidente, puede ser considerado como una convención cultural, que
solo afecta al discurso literario y no se corresponde directamente con las
actitudes de la gente en la realidad, pero más probable es que refleje sentimientos
contradictorios de deseo y desprecio de los hombres.
No estaba muy bien considerada entre los hombres la
posibilidad de mostrar ningún respeto por las mujeres. Hacerlo, era confesarse
disponible para someterse a un sector despreciado de la sociedad. En
complemento, resultaba de buen gusto, incluso divertido, vilipendiarlas, como
se había hecho siempre.
Pablo Picasso: La Celestina |
Hasta los hombres que experimentan atracción por las
mujeres, como le sucede al personaje de Sempronio en La Celestina, se
encuentran lejos de tener buena opinión sobre de ellas y basta un mínimo conflicto
para que manifiesten una abierta odiosidad.
SEMPRONIO: Muchas hubo y hay
santas y virtuosas y notables, cuya resplandeciente corona quita el general
vituperio. Pero destas otras, ¿quién te contaría sus mentiras, sus tráfagos,
sus cambios, su liviandad, sus lagrimillas, sus alteraciones, sus osadías? Que
todo lo que piensan osan sin deliberar. ¿Sus disimulaciones, su lengua, su
engaño, su olvido, su desamor, su ingratitud, su inconstancia, su testimonio,
su negar, su revolver, su presunción, su vanagloria, su abatimiento, su locura,
su desdén, su soberbia, su sujeción, su parlería, su golosina, su lujuria y
suciedad, su miedo, su atrevimiento, sus hechicerías, sus embobamientos, sus
escarnios, su deslenguamiento, su desvergüenza, su alcahuetería? (Fernando de
Rojas: La Celestina)
Hablar mal de la pareja (en especial, de la pareja femenina),
denigrarla en público, por ser la causa fundamental de todos los males que
sufren los hombres, estuvo muy bien visto por la opinión dominante, tanto en
Oriente como en Occidente, durante siglos. No solo correspondía al punto de
vista de los prejuiciosos e ignorantes, que si bien se expresan, tal vez no dejan
demasiada huella en la memoria colectiva, sino también al de los teólogos, científicos,
políticos y artistas más destacados de su época, cuyas palabras se conservan y
respetan.
De acuerdo a las evidencias, no todos los seres humanos
fueron hechos para vivir en pareja con alguien del sexo opuesto, ni para
procrear de manera responsable. En ciertos casos, hay quienes consideran que la
rutina de una pareja estable y una familia constituyen un estorbo inaceptable
para lo que ellos esperan aportar al mundo. ¿Por qué negarse a atender la
variedad y el atractivo de la oferta de parejas provisorias, que prometen
satisfacción inmediata y ningún compromiso?
Don Juan es un personaje literario que pasa de una mujer a
la siguiente, o mantiene el cortejo de varias al mismo tiempo, como si
necesitara marcar al mayor número posible de hembras como sus conquistas,
incapaces de atarlo en una relación estable. Es un cazador que vive urgido por
el proyecto de dejar en su memoria y la de sus contemporáneos, tantos trofeos como
pueda.
Fragonard: El beso |
Los recuerdos que Giacomo Casanova anotó en su vejez, cuando
se vio reducido al rol oscuro de bibliotecario en un castillo provinciano de
Bohemia, tienen el carácter contable y exhibicionista de quien ya no es capaz
de alterar la soledad. Mientras la mayor parte de los hombres intenta vivir con
una pareja que puede no ser la ideal, pero que al menos suministra compañía,
Casanova proclama su temor por las ataduras femeninas y las responsabiliza de
riesgos que son atribuibles también a los hombres.
Las mujeres son peligrosas por las enfermedades que muchas de
ellas comunican a los que obtienen sus favores. (Giacomo Casanova)
Hay hombres que no tienen la intención de exponerse a vivir
en soledad, tras haber sufrido alguna experiencia de pareja que los decepcionó.
Prefieren vivir aislados, antes que sufrir parecidas humillaciones con una
nueva pareja.
En otros casos, hay quienes prefieren establecer parejas de
su mismo sexo, a pesar de que la sociedad espera de ellos que se ajusten a un patrón
de conducta heterosexual, sin duda el más adecuado para preservar la especie.
Pueden ser hombres o mujeres por igual, pero la disparidad
de los roles que la sociedad asigna a los géneros, decide que sean más los
hombres que declaran no estar dispuestos a formar pareja y más las mujeres que
se ven obligadas a no tener pareja.
En algunos hombres, la hostilidad se manifiesta en el
desprecio de todas las mujeres, entendidas en el mejor de los casos como un mal
necesario para el solaz masculino y la continuidad de la especie. En otros,
cualquier distancia que se establezca respecto de la pareja es poca. Ellas
forman parte de un mundo ignoto, enfrentado al de los hombres: No se trata de
prejuicios de gente ignorante, manifestadas al calor de una conversación que no
deja rastros, sino de textos firmados por hombres notables, que fueron
destinados a la publicación y lectura, vale decir, a producir un efecto en los
demás.
La poligamia es tener una mujer de más. La monogamia
también. (Sacha Guitry)
Jacqueline Dulubac y Sacha Guitry |
Muchos hombres y mujeres se sienten molestos, no por las grandes
injusticias que sufren sus iguales, sino por las dificultades que les atañen a
ellos. Por eso pueden tolerar todo, menos las ofensas que provengan de sus
parejas, que los conocen mejor que nadie, y por lo tanto se encuentran en la
posición de causarles daños más profundos. Cuando enfrentan la alternativa de
entablar una relación, la ven como un riesgo excesivo, que a veces los inhibe
de concretar nada.
Tenemos la mejor de las
culturas. En nuestra cultura no hay sitio para la mujer. (ML Sharma, abogado defensor de seis hombres
condenados en la India por violación)