Norman Rockwell: Rosie la perforadora (1943) |
Un pariente mío me ha contado que
lo quieren casar con una mujer muy rica y más ilustre que él, por lo que esta
boda le sería muy provechosa, si no fuera porque, según le han dicho algunos
amigos, se trata de una doncella muy violenta y colérica. (Don Juan Manuel: El
conde Lucanor)
¿Qué futuro esperaba en el Medioevo a una hembra como tales
características? Don Juan Manuel contó a
comienzos del siglo XIV la historia del hombre desprovisto de dinero, que ve la
oportunidad de resolver su situación económica, mediante un matrimonio con una
mujer a la que nadie quiere, comenzando por el padre que la crió y deberá
dotarla de un patrimonio. Durante la noche de bodas, el joven marido, que es presentado
como el héroe de la historia, ordena a su perro que le traiga agua para lavarse
las manos. Como el animal no le obedece, lo ataca con la espada desenvainada y
lo decapita, ensangrentando la casa entera. A continuación vuelve a sentarse y
hace algo no menos cruel con un gato y el único caballo que posee.
Aterrorizada, antes de que le digan nada, la mujer va en
busca de agua, luego sirve la comida y se mete sin chistar en su cama. Gracias
al sacrificio de tres animales domésticos, la joven esposa aprende la respuesta
que el marido espera de ella: oír y obedecer.
Esa historia, con su mezcla de horror y humor, gozó de enorme popularidad durante el Medioevo. Muchos
autores la retomaron, como si fuerza necesario instruir a las mujeres, mediante
una ficción ejemplar, sobre la conveniencia de someterse a los hombres. Nadie
las matará, prometen, porque la vida sin ellas perdería gran parte de su
encanto para los machos, pero si se les concede la vida, será bajo las
condiciones que ellos impongan.
Richard Burton y Elizabeth Taylor: La Fierecilla Domada |
Catalina, protagonista de The Taming of the Shrew, es una mujer bella e insoportable. Se
rebela contra la autoridad del padre, nada le importa la felicidad de su
hermana menor, que depende de que la mayor se case para hacer lo mismo, contra
la sagrada institución del matrimonio, contra Petruccio, el hombre que termina
casándose con ella, sin preocuparse de obtener su consentimiento. William
Shakespeare construye a comienzos del siglo XVI una de sus comedias más
conocidas, en torno a esa dama que debe ser domada, subordinada, por el
bienestar de todos aquellos a quienes su afán de independencia perturba.
CATALINA: Una mujer colérica es
como un manantial removido, cenagoso, feo, turbio, desprovisto de toda la
belleza. Y mientras está de tal modo, nadie hay, por sediento que se halle, por
deseoso de beber que se encuentre, que quiera remojar en sus labio, ni beber
una sola gota. Tu marido es tu señor, tu vida, tu guardián, tu jefe, tu
soberano. Él cuida de ti y quien somete su cuerpo a penosos trabajos en tierra
o mar, porque nada te falte; (…) en el hogar duermes a su calor, tranquila y
segura. Por todo ello, cuanto te pide como tributo de amor una cara alegre y
sincera obediencia. (William Shakespeare: La fierecilla domada)
A partir de la comedia de Shakespeare, la posibilidad de que
el marido maltrate a su esposa con cualquier excusa, incluyendo una tan
desinteresada y razonable como corregir sus malos hábitos, entre los cuales se
encuentra la rebeldía, ha sufrido un persistente descrédito. La mujer puede ser
inicialmente una figura salvaje, necesitada de que la domen, como una yegua,
para que adquiera las virtudes elementales que cualquier hombre sería capaz de
apreciar en ella.
Las concepciones tradicionales de la vida en pareja, se han
basado (con frecuencia) en la desigualdad de los derechos y obligaciones que se
atribuyen a los géneros. Para que una pareja no sufra conflictos mayores, capaces
de desgarrarla, se supone que alguien tiene que ceder, y lo más probable es que
se trate de las mujeres. En muchas sociedades, esa subordinación se encuentra
garantizada por la religión, los mitos y la opinión dominante; un acuerdo que
se vuelve muy difícil desafiar.
Entre los griegos, las mujeres eran figuras de segunda
clase, al nivel de los niños y los esclavos. No se las consideraba ciudadanos
con derechos y sus deberes quedaban relegados al interior del gineceo. Una vez
por año, ellas se soltaban, durante las lupercales, festividades en honor de
Dionisos, que las autorizaba a emborracharse, exhibirse por las calles sin el
control de un hombre. El resto del tiempo, su sometimiento permitía esperar que
en la sociedad todo funcionaria bien.
Aquiles y Pentesilea |
Las amazonas de la Antigüedad, que terminan vencidas por los
lapitas, eran un pueblo nómada en el que las mujeres controlaban a los hombres.
Guerreras temibles, cabalgaban las llanuras de Asia y llegaban a las fronteras
de Europa. Su historia, que se confunde con la mitología, las muestra
secuestrando a hombres de otros pueblos, a los que utilizaban como sementales,
para someterlos después a tareas serviles (o matarlos, si dejaban de ser
útiles). En cuanto a los hijos varones, no dudaban en mutilarlos, dejándolos ciegos
o cojos, para que sirvieran a las mujeres.
Las amazonas suelen ser representadas con un seno mutilado
por ellas mismas, para facilitar el empleo de armas como el arco y las flechas.
Cuando los roles tradicionales de los géneros se invierten, las mujeres se
convierten en seres de pesadilla para la óptica masculina. Si ellas asumen el
poder, hay que esperar que tomen represalia por las humillaciones que han
sufrido habitualmente. Ellas pueden ser tan crueles como los hombres. Para
alivio de todos, las amazonas son derrotadas.
La historia de la reina Pentesilea es aleccionadora. El amor
que despierta en ella Aquiles, la trastorna y lleva a aceptar la muerte que él
le da cuando se enfrentan en combate. ¿Puede haber una imagen más consoladora
para el ego masculino? Hasta las mujeres armadas y capaces de defenderse, una
excepción a la regla, caen ante el hombre. Él las subyuga sin el menor
esfuerzo, gracias a una mirada, con su sex
appeal irresistible.
PENTESILEA: ¿Es culpa mía, si en
el campo de batalla debo ganar su amor con el combate? ¿Qué es lo que quiero,
cuando alzo la espada? (...) Lo que quiero, inmortales, es solo hacer que caiga
sobre mí, contra mi seno. (…) ¿Solo porque mi deseo no se me otorga, habré de
romper con mis dioses? (Heinrich von Kleist: Pentesilea)
Después del Renacimiento, la imagen amenazante de las
mujeres se atenúa en la
Literatura europea, pero no la discriminación cotidiana, que
adopta nuevas formas, a medida que ellas efectúan conquistas (inadmisibles hasta
poco antes) en el ámbito de los negocios y el aparato del Estado. El temor a
las mujeres no se manifiesta como desconfianza respecto de las limitaciones
intelectuales que se les atribuía, sino del poder intolerable que ellas ejercen.
Sifrido despierta a Brunhilda |
En la Saga
de los Nibelungos, la validez del objetivo masculino de derrotar la voluntad de
la casta reina Brunhilda no se discute nunca. Ella no puede seguir gobernando
sola en Islandia, desafiando (y derrotando sucesivamente) a todos los hombres
que la pretenden como pareja. Ella debe perder el status excepcional que alcanzó por mérito propio y convertirse en
la esposa-trofeo del impotente rey Gunther. Para conseguirlo, poco importa que
Gunther busque la complicidad de otro hombre más fuerte que él, su cuñado Sigfrido.
El invisible Sigfrido (cuando se cubre con la capa mágica
que obtuvo de los Nibelungos) es quien suplanta a Gunther durante la competencia
atlética que ha programado Brunhilda. También asume la apariencia de Gunther en
otra confrontación privada, cuando vence la resistencia de la esposa bravía, que
no acepta entregarse al marido, durante la noche de bodas. La doble derrota de
Brunhilda no queda sin consecuencias. Ella no perdona la humillación, cuando se
la informan, y su venganza desata la confrontación que arrastra a la muerte al
resto de los personajes. Aún derrotada, la mujer consciente de sus poderes es
de temer.
Catalina de Erauso |
La modernidad estaba todavía lejos de imponerse, pero la
imagen de mujeres que no aceptar someterse a los hombres, se estaba
consolidando como un desafío para la mentalidad masculina más apegada a las
tradiciones. ¿Cómo arriesgarse a establecer una pareja que por culpa de las
mujeres no termine desequilibrándose? Para la perspectiva machista, la mítica
armonía basada en la desigualdad, quedó definitivamente arruinada en el mundo
moderno. Aunque la violencia intrafamiliar demuestre a cada rato que eso no es
del todo cierto, los hombres perciben una amenaza en los reclamos de igualdad.