lunes, 6 de marzo de 2017

MUJERES QUE AMAN A OTRAS MUJERES (II): LA MODERNIDAD



Karl-Maria Kertbeny
El término homosexualidad apareció en Europa hacia 1869 (fue acuñado por el científico Karl-Maria Kertbeny) por lo que no sería adecuado definir de ese modo a las relaciones de parejas del mismo sexo que ocurrieron en el mundo antiguo. El matrimonio de parejas del mismo sexo comenzó a ser reconocido por las leyes a comienzos del siglo XXI en los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal. Uno de los temas más conflictivos de este tipo de uniones, es la adopción de hijos. La opinión pública es favorable a una posibilidad como esa, mientras los especialistas no terminan de ponerse de acuerdo.
En 1901, cuando Marcela y Elisa, dos profesoras de una Escuela Normal, se casaron en La Coruña, la segunda adoptó el nombre de Mario para facilitar el rito católico, pero la suplantación no tardó en ser descubierta por la prensa y las dos mujeres debieron huir de España, para establecerse en Argentina. No es que confiaran ser aceptadas tal como eran: solo buscaban un sitio donde no se las conociera.
La sociedad suele oponerse a las relaciones que se apartan de la norma heterosexual, mientras exige de todos sus integrantes un disimulo o represión de los impulsos, que en la actualidad no todos parecen dispuestos a aceptar. El matrimonio o la unión civil, puesto que no puede esperarse la aceptación eclesiástica de parejas del mismo sexo, llegan para brindar una solución parcial a un desafío a las tradiciones que nuestra cultura no termina de digerir.
James Ivory: The Bostonians
En Las Bostonianas, la novela de Henry James publicada en 1886, se describe la duradera y armoniosa relación de dos mujeres solteras, probablemente basada en la experiencia de una hermana del escritor. Una de esas mujeres posee la habilidad (por entonces, inaudita) de hablar en público, mientras la otra está llena de ideas de reforma social que no consigue exponer. Cada una necesita de la otra. Por separado, se encuentran incompletas. Después de la emancipación de los esclavos, durante la Guerra de Secesión, la de las mujeres comienza a ser discutida e incluye (soterrada) las relaciones entre personas del mismo género.
Como es habitual en la obra de James, no hay ninguna descripción sexual que pueda ofender la sensibilidad del lector, y el final es convencional (Verene abandona a su amiga Olive, la militante feminista, por su novio Basil Ransom, un político conservador) pero el subtexto de la relación entre las dos mujeres debía resultar más que evidente para los contemporáneos, porque la denominación “Boston mariage” comenzó a ser utilizada para designar estas relaciones discretas pero inexplicables de convivencia de mujeres, que excluían a los hombres de su vecindad.
Susan B.Anthony y Elizabeth Cady Stanton

No hay poder en el cielo, el infierno o la tierra que pueda separarnos, porque nuestros corazones están eternamente ligados. (Elizabeth Stanton: carta a Susan Anthony)

La feminista norteamericana Susan B. Anthony mantuvo una estrecha relación de trabajo de medio siglo con su asistente Elizabeth Cady Stanton, que fue reconocida y respetada por quienes apoyaron su lucha por los derechos cívicos y reproductivos de las mujeres durante el siglo XIX. La relación era apasionada (ambas compartían los mismos ideales, enfrentaban a los mismos adversarios) pero no necesariamente sexual.

Anthony decía a menudo que Stanton era el cerebro de la asociación; mientras ella misma era simplemente sus manos y pies; pero en verdad las dos mujeres trabajaban maravillosamente juntas, porque Stanton era una maestra de las palabras y podía escribir y hablar a la perfección de cosas que Susan B.Anthony veía, pero no podía expresar por sí misma. (Anna Howard Shaw)

Ruth Benedict


La antropóloga Margaret Mead se casó tres veces, la última con un colega, Gregory Bateson, con quien tuvo una hija. Ruth Benedict era otra antropóloga que se había casado y divorciado. Eso no impidió que Mead y Benedit establecieron una duradera relación sentimental, que les permitió apoyarse en los estudios que realizaron paralelamente sobre las culturas de la Polinesia (Mead) y Nuevo México (Benedict) destacándose en un campo científico del que las mujeres habían sido tradicionalmente excluidas. Esa relación, que no podía exhibirse, dio lugar a un intercambio de cartas que duró hasta la muerte de Benedict.

Pensarás que es tentar a los dioses decir esto, pero yo lo tomo como una garantía de lo que siempre había dudado –la permanencia de la pasión- y es que un simple movimiento de tu cabeza, una inflexión al azar de tu voz, tienen tanto poder hoy como hace cuatro años. (Margaret Mead: carta a Ruth Benedict)

Las escritoras Virginia Woolf y Vita Sackville-West mantuvieron una pareja desigual, no porque cada una de ellas estuviera casada mientras duró la relación, sino porque la primera reprimió la expresión de su sexualidad en los textos que escribió, mientras la segunda no dudó en plantearla.

Yo te extraño aún más de lo que podría haber creído; y estaba preparada para extrañarte mucho. Así que esta carta es apenas una protesta de dolor realmente. Es increíble cuán esencial has llegado a ser para mí. (…) Maldita seas, criatura consentida; y no haré que me ames nada más alejándome, como ahora. Pero, mi querida, yo no puedo ser astuta y reservada contigo: te quiero demasiado para eso. (Cita Sackville-West: carta a Virginia Woolf)

Una Troubridge y Radclyffe Hall
En 1928 aparece la novela El pozo de la soledad de Margarite Radclyffe Hall. El editor la condenó al poco tiempo, como un intento de presentar a los homosexuales como víctimas de una sociedad cruel. Se acusó a la novela de obscenidad, a pesar de que una protagonista de nombre masculino (Stephen) se sacrifica por la felicidad de su amante, a quien conduce a un matrimonio heterosexual. Es más que probable que la historia recogiera experiencias personales de Hall, que había sido conductora de ambulancias durante la Primera Guerra Mundial, en Francia.
En vano, grandes escritores contemporáneos como George Bernard Shaw, H.G.Wells, E.M.Forster, T.S.Eliot y Virginia Woolf intentaron defender a la autora en nombre de la libertad de expresión, antes que por sus valores literarios. Hall había logrado cierta fama como autora de ficciones de inspiración religiosa, que puso en peligro cuando se planteó la escritura de un libro al que atribuía una misión trascendente de agitación social.

Puse mi pluma al servicio de las personas más perseguidas e incomprendidas en el mundo. (…) Por lo que sé, nunca antes se había intentado nada parecido en la ficción. (Radclyffe Hall)

Para muchos, la novela confirma los prejuicios de la opinión dominante sobre las lesbianas, que durante décadas continuaron en la penumbra, como única estrategia que les permitía continuar con su estilo de vida condenada por la mayoría.
Gabriela Mistral y Doris Dana

Cuando tú vuelvas, si es que vuelves, no te vayas en seguida. Yo quiero acabarme contigo y quiero morirme en tus brazos. (Gabriela Mistral: carta a Doris Dana)

La escritora chilena Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nobel de Literatura, mantuvo una prolongada relación de ocho años con su joven secretaria norteamericana, Doris Dana, a quien convirtió en su heredera. Durante medio siglo, se prefirió no mencionar en público el carácter de esa relación, que ocurría en el extranjero, fuera del escrutinio de parientes, amistades e intrusos. Dana preservó las cartas de su pareja (aunque no aceptó que todas fueran microfilmadas por los investigadores) y sus propios herederos mantuvieron el silencio hasta varios años después de su muerte.
Marguerite Yourcenar
La escritora francesa Marguerite Yourcenar no confesó que su relación de cuatro décadas con la profesora Grace Frick, fuera la de una pareja de mujeres, en la que no hacía falta la participación de ningún hombre. En la comunidad africana de Lesotho, las mujeres pueden establecer relaciones durables que son aceptadas por la sociedad, tal como en el norte del Congo los guerreros solían casarse con jóvenes del mismo sexo que cumplen funciones de esposas.
En los países islámicos, relaciones de ese tipo son castigadas con la cárcel o la muerte en la actualidad, aunque hubo mayor tolerancia en el pasado. La eventualidad de que una mujer se sienta atraída por la idea de formar una pareja estable con alguien del mismo género, pone en crisis la hipótesis milenaria de que el objetivo fundamental de las parejas debe ser la procreación.
Anne Heche, una actriz de Hollywood que se encontraba en pleno romance con otra actriz, Ellen Degeneres, a comienzos del siglo XX, pudo hacer una declaración pública conmovedora (o rimbombante, si los hechos la desmentían a continuación, como sucedió) sin ser sometida por eso al escarnio público.

Estoy enamorada de una mujer. La fama no es la cosa más importante en mi vida. Si ustedes me dicen que voy a perder la fama por estar enamorada, yo digo que el amor es lo más importante. Se me reconoce por ser una estrella de cine, pero no tengo amor en mi vida, ¿de qué sirve todo eso? (Anne Heche)

Portia de Rossi y Ellen Degeneres
¿Habrá que mencionar que un par de años más tarde, Heche parece haber cerrado ese capítulo de su vida, para abrir otro, sin muchas conexiones con el anterior, donde interpreta el rol de feliz esposa heterosexual y madre? Para la prensa de espectáculos, la intimidad real o presunta de las figuras más notorias es la materia fundamental de su discurso ilusionista. ¿Qué harían esos personajes, qué dejan de hacer, cuando se supone que no lo muestran a sus admiradores? Levantar la barrera que suele haberse erigido entre lo público y lo privado, es lo más atractivo que puede haber para los consumidores de noticias que se confunden con la ficción, y de ficciones que se aceptan sin suficiente atención, como si fueran reales.

Estuvimos juntas durante cuatro años completos antes de casarnos, pero el momento en que dijimos “sí, quiero”, el momento en que nos pusimos de pie delante de nuestros padres y amigos, y nos comprometimos la una con la otra, nuestra relación cambió. Yo no creo que la gente entienda lo importante que es esa pequeña ceremonia y lo que en realidad le hace a la gente. (Portia de Rossi: refiriéndose a su matrimonio con Ellen Degeneres)

Madonna y Cristina Aguilera
Coquetear con otras mujeres se convierte en una forma de atraer el interés de la audiencia masiva. Durante una entrega de premios del 2003, Madonna, Cristina Aguilera y Britney Spears se besan para delicia y escándalo de millones de espectadores de todo el planeta. Cantantes como Miley Cyrus o Kathy Perry mencionan en la letra de sus canciones haber tenido relaciones con mujeres, pero nada parece confirmarlo en la vida real.
Los desfiles de modas recurren al llamado lesbian chic para renovar un repertorio de recursos que parece haberse agotado tras una temporada o dos. No se trata de opciones de vida que comprometan a nadie. Son looks, que se adoptan un día, causan sensación durante una breve temporada y luego se abandonan, para ser reemplazados por otros, no menos circunstanciales.